Posted by : Candy Zapata
domingo, septiembre 10, 2017
dilatándose del bronce los sonidos;y sin cesar vibrandoprofundos y tristísimos gemidos?llegan a mis oídosen torno de ese féretro resuena?¿Por qué de muerte el canto¿Por qué la amarga pena,¿Por qué el fúnebre llanto?Te miro ante mis ojoslos cirios, y el clamor que el aire llena?su manto negro y fríopostrado sin aliento, amigo mío; y sobre tus despojosenvuelta tu alma en esplendente velo,tiende la muerte con placer impío. Y en alas de querubes, y entre rosadas nubesy ese mundo feliz que habitas horadeja el impuro suelo, y blandamente se remonta al cielo. ¡Oh, quién te acompañara!,sangre correr por la ciudad y llanos,contigo disfrutara, y la paz seductora que, sin turbarse, en él eterno mora. En mi patria no vieraNi viera la perfidiay que entre rabia fiera hermanos con hermanos hasta hundirse el puñal pugnan insanos. de nación, que risueña nos abraza,que sin temer de Dios el alto juicio,y bramando de envidia luego nos amenaza y en su mente infernal nos despedaza. Ni viera hombres malvados, de la ambición guiadosla humanidad quejosay el deshonroso vicio, despeñan mi nación al precipicio. Ni con feroz despecho la miseria, elevándose espantosa, cerrar contra su pechoy a la peste letal abrir la puerta.y devorar sus lágrimas ansiosa. Y el luto y exterminio, en pos del hambre descarnada y yerta, extender su dominio sobre su tierra muerta, Feliz mi caro amigo,entre el gozo, la paz, la bienandanzafeliz mil veces tú, que ya en el mundo el dolor enemigo con brazo furibundo no rompe tus entrañas iracundo. Dichoso tú, que vives y no, cual yo, recibes de amor sin esperanzaCuando el mundo habitabas,zozobras y martirios sin mudanza. Y no sientes el yugo de la suerte pesar sobre tu cuello, ni el hombre es tu verdugo, ni con ansia un destello buscas de la verdad, sin poder vello.mi corazón sentía,con la voz de amistad consoladora las penas aliviabas de tu amigo, que ahora hundido en el pesar tu ausencia llora. A1 escuchar tus cantos, do la razón brillaba y la poesía, celestiales encantoslas escenas de horror benigno ahuyenta;y en su mismo dolor se adormecía. Si a tu alma por ventura le es permitido descender al suelo, cuando la noche oscura me traiga el desconsuelo ven a elevar mi pensamiento al cielo. De mi agitado sueño la imagen de mi dueñoy haz que tu grata voz mi oído sienta.